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Castigo.
Castigo. Castigo. Castigo. Castigo.

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No. Catálogo Nautilo 657875
Título: Castigo.
Datos de la publicación: México, D.F. :Ediciones José G. Cruz,1954-1954.
Números en existencia de la HNM: No. 213 (26 junio 1954)-no. 220 (13 julio 1954).
Publicado en: Muñequita.
Gráfica: Arturo Casillas.
Género: Melodrama.
Técnica: Línea.

Variante temática:
Crimen
Catolicismo
México rural
Espantos, monstruos y aparecidos

Descripción: Gabino Ordóñez es un ranchero devoto y trabajador, ocupado en ahorrar para construir un altar a la virgen de la Luz. Vive con su esposa Eulalia en el racho "El Paraíso" y continuamente va a al pueblo a llevar su donativo para la construcción del altar, ausencias que Eulalia aprovecha para verse con su amante Tomás, quien pretende huir con ella y con el dinero de Gabino. Una tarde antes de regresar a su rancho Gabino pasa por un trago a la cantina, donde murmuran a sus espaldas hasta que un amigo le cuenta que su esposa anda con Tomás. Fuera de sí, Gabino compra un machete y se dirige inmediatamente a su casa, donde ya no encuentra a su mujer, que finalmente huyó con su amante. Gabino apura a su caballo y alcanza a los amantes, a quienes sólo les pide que le devuelvan el dinero para la construcción del altar de la virgen. Eulalia golpea con una piedra a Gabino -distraído con sus reclamos a Tomás-, situación que éste aprovecha para cortarle la cabeza al ranchero. Rápidamente Tomás cava una tumba para enterrar a Gabino, mientras Eulalia recapacita y -arrepentida- decide no huir con él. A Tomás poco le importa la decisión de Eulalia, pero cuando está por partir no encuentra el dinero por lo que -creyéndola una traidora- le parte la cabeza, la entierra con Gabino y huye. Muchos años después, ya instalado en la ciudad, Tomás decide regresar al pueblo a averiguar qué pasó con los crímenes que cometió. Engolosinado con las delicias de la plaza de su pueblo, después de almorzar pide que le envuelvan una cabeza de cabrito para llevar. Un policía nota el rastro de sangre que va dejando el envoltorio y ordena a Tomás que le muestre lo que lleva: para sorpresa de todos, resulta ser la cabeza de Gabino Ordóñez. Enloquecido, Tomás confiesa su crimen y lleva a la policía hasta el lugar de los hechos, donde efectivamente encuentran los cuerpos y, debajo de ellos, el dinero desaparecido. Tomás termina por ahorcarse en su celda, y el dinero se utiliza para la construcción del altar.
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